Verdadera salvación

2022/05/01

En cierta ocasión, una mujer fue salvada por Oyasama de un grave problema en las piernas, gracias a lo cual pudo ponerse de pie después de varios años. Aun así, un inconveniente menor, que era el temblor de sus manos, quedó sin sanar. Cuando pidió a Oyasama que le curase también las manos, Ella le dijo:

«En vez de ser completamente curada, es mejor que te quedes con un pequeño residuo, así podrás entender bien el Innen, Causalidad, de tus vidas anteriores y no lo olvidarás nunca. Tal condición te llevará a la verdadera salvación».

Imaginemos que vamos por una vía montañosa en pleno día de nieve conduciendo un camión de cargado con grandes troncos de madera. Un pequeño error nos mandaría directo al fondo del valle. Sintiéndonos ansiosos, pensaríamos: «No debió cargarse tanto…».

No obstante, no hay por qué preocuparnos. Los neumáticos se adhieren firmemente al suelo gracias al peso de los troncos montados, permitiendo maniobrar con tracción y equilibrio estables.

Más bien, deberíamos tener mayor cuidado cuando la plataforma de carga esté vacía. La reducción del peso facilita que los neumáticos se deslicen o que se manipule erróneamente el volante.

En la vida puede haber momentos en que, por más que nos esforcemos, las enfermedades o los problemas circunstanciales que sufrimos no tengan solución, y cuando menos lo pensamos, tenemos en frente más y más dificultades. Es como si camináramos bajo una nevasca incesante sintiéndonos aplastados en cada paso que damos por el peso de la carga que llevamos en los hombros. La única opción es seguir caminando aun cuando el cuerpo ya no dé más, puesto que no podemos detenernos ni bajar la carga. Pasa por nuestra mente el darnos por vencidos, preguntándonos: «¿Por cuánto más debo soportar?, ¿qué me espera más adelante?».

Sin embargo, esta carga que llevamos es precisamente como la del camión apilado de troncos que transita por una vía cubierta de nieve. Representa el peso necesario para que podamos pisar con solidez y sin errar. En otras palabras, es un mecanismo de seguridad que nos permite dar pasos de manera firme y constante.

Sin esa carga, puede que, por distracción, resbalemos o tropecemos resultando heridos. También es posible que recurramos a conductas impertinentes por falta de seriedad o que arruinemos nuestra propia vida a base de la soberbia.

Oyasama nos protege al otorgarnos la carga apropiada. Nos llama con las manos, orientándonos: «Ven aquí, es por aquí». Y nosotros sacamos todas las fuerzas que tenemos siguiendo su voz.

Eventualmente, pasaremos sin falta del borde del precipicio a un sendero estrecho que nos conducirá, más adelante, hacia un amplio camino, obteniendo una vista más amplia del horizonte. Este es el camino más seguro para llegar a la «verdadera salvación».

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