Residencia de los afortunados
2021/11/01
Cierta vez, Oyasama dijo:
«Sólo si no piensan en comer buena comida, ponerse buen vestido ni vivir en una casa cómoda, no encontrarán ninguna falta en esta Residencia. Esta es la Residencia de los afortunados del mundo».
Imagine que un hombre ha perdido la consciencia y despierta en lo que pareciera ser un paraíso donde los deseos se cumplen. En ese lugar todo lo que le apetece comer aparece instantáneamente y todo lo que desea tener se materializa delante de él. Por si fuera poco, puede obtener todo el dinero que quiera.
Al principio, se siente tan feliz que comienza a tomar todo lo que puede. Sin embargo, un mes después, el júbilo comienza a desvanecerse y, sin importar lo que obtenga, no siente mucha alegría.
Pasado un año siente un vacío por dentro cuando ya no le queda nada que desear. Entonces, le pregunta a un transeúnte: «¿En dónde estoy?». Y este le responde: «¿No sabías? Estás en el mundo del sufrimiento…».
Lo que anhelamos brilla a nuestros ojos como piedra preciosa, pero una vez en nuestras manos resulta ser una simple roca. Cuantos más objetos obtengamos, más rocas sin valor estaremos acumulando.
La felicidad no se puede medir en términos de dinero ni tiene nada que ver con la cantidad de nuestras pertenencias. En realidad, cuanto más poseemos, menos apreciamos lo que tenemos.
Nuestra felicidad es directamente proporcional con la gratitud que sentimos. La importancia recae en cuánto podemos alegrarnos por lo que somos y tenemos ahora. Si nuestra gratitud desaparece, nuestro corazón se sentirá abatido.
Vivimos en una época llena de insatisfacción, crímenes, deshonestidad, celos y conflictos debido al dinero y las cosas materiales. Se dice que cuanto más rico es un país, mayor es el número de personas que se suicidan o sufren trastornos mentales.
Al contrario, Oyasama vivió en la pobreza durante mucho tiempo y, a menudo, su familia no tenía ni arroz para comer. Sin embargo, Ella recorrió ese camino permaneciendo alegre y animada. Su propio ejemplo mostró la manera de vivir en «la residencia de los afortunados». Esta es la enseñanza de Oyasama que parece especialmente aplicable a nuestra época.