La honestidad
2020/10/01
Oyasama tomó tres granos de arroz y se los puso uno por uno en la palma de la mano diciendo:
«Este es el de levantarse temprano, este es el de ser honesto y este último es el de trabajar mucho».
Pensemos acerca de la honestidad. Hasta un niño pequeño sabe que es importante ser honesto.
Sin embargo, no es fácil ser honesto en todo momento, incluso para un adulto. Es más, tal vez sea más difícil para un adulto que para un niño.
Ser honesto a veces conlleva a situaciones indeseables; hasta pueden llegar a reírse de nosotros por decir lo que en verdad pensamos. Es por eso que, para ser honestos, se necesita ser también lo suficientemente fuerte emocionalmente.
Y a la larga, esto se convertirá en un factor indispensable para poder alcanzar el Yokigurashi, Vida Plena de Alegría y Felicidad
Cuando decimos mentiras, estas llegan a oprimir nuestras vidas. Y no nos permiten sentir verdadera alegría. Del mismo modo, cuando ocultamos algo, lo hacemos pensando que esa mentira mejorará la situación, aun cuando sabemos que eso no es lo correcto.
Por el contrario, una vida sin mentiras, es decir, una vida en la que aflore la honestidad, permitirá que nos sintamos libres. Y será una vida en la que la felicidad germine espontáneamente.
Las enseñanzas de Oyasama pueden ser tan sencillas que a veces nos sentimos decepcionados de ellas. Pero eso se debe a que solo vemos su envoltura. Si nos fijamos en el contenido, podremos darnos cuenta de que en cada palabra se condensa la verdad acerca del mundo y de la humanidad. Detengámonos por un instante y disfrutemos a fondo sus enseñanzas. Seremos sorprendidos por la cantidad de nutrientes que alimentarán nuestro corazón.
Oyasama colocó en la mano de Izo Iburi, uno por uno, tres granos de arroz, y le explicó afectuosamente: «Debes agarrarlos firmemente para que no los pierdas». Izo recibió los tres granos con sumo respeto. Esta es una escena que nos conmueve por su calidez.