Este camino

Una joven y bella reportera de televisión visita una renombrada pastelería de la ciudad. Prueba un bocado de torta y exclama: «¡Qué delicioso!», mientras muestra un rostro de ensueño. Luego intenta explicar su sabor y aroma con todo tipo de expresiones y gestos diciendo frases como: «La crema se deshace en la boca y su exquisita dulzura se expande dentro de ella».

No obstante, como telespectadores, si bien podemos imaginar su sabor, no podemos saber qué tan rica es en realidad. Incluso si nos mostraran los detalles del origen de los ingredientes, el método de preparación o los valores numéricos de sus componentes, esto tampoco nos daría alguna pista. Solo probando la torta sabremos de inmediato qué tan sabrosa es, volviéndose innecesaria cualquier explicación o información.;/p:

Es lo mismo en cuanto a la fe. Por mucho que uno observe detalladamente la enseñanza como un mero espectador, será imposible palpar su esencia y el núcleo de la fe si no nos adentramos en su práctica.

De la misma manera, un documento académico de repostería no satisface el estómago hambriento. Cuando necesitamos tomar una decisión rápida ante una bifurcación en nuestras vidas, nosotros no podemos esperar hasta que los resultados científicos salgan a la luz. Lo necesario en una situación complicada y angustiante puede que no sea información, sino el valor para arrojarse al regazo de Oyasama.

Después de titubear, uno se lanza a los brazos de Oyasama confiando en Ella. Así, al instante, uno podrá sentir en lo profundo de su ser gratitud hacia la fe y lo maravilloso que esta es, aun cuando no contemos con conocimientos ni intentemos convencernos a nosotros mismos por medio de palabras.

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