Discurso de la Ceremonia Mensual de Abril del Año 184 de Tenrikyo

2021年6月25日

Dediquémonos a corresponder a las Providencias recibidas con un corazón de Hinokishin y avancemos en nuestro recorrido hacia el Yokigurashi, Vida Plena de Alegría y Felicidad

Rvdo. Ikuhiro Masui

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  Ha pasado un año y unos cuantos meses desde el comienzo de la pandemia del coronavirus. El tiempo ha transcurrido rápidamente. Fue un periodo en el que el regreso al Yiba, la reverencia en las ceremonias mensuales de cada iglesia y la guía hacia los fieles no pudieron realizarse de la manera esperada. Y aunque todavía persiste esta complicada situación, agradezco a toda la comunidad el esfuerzo hecho por desempeñarse dentro de las posibilidades de cada uno.

  A pesar de que la Ceremonia Mensual de Abril se ha celebrado hoy únicamente con los representantes de nuestra comunidad, lo hemos podido hacer sin ningún contratiempo.

  A partir de ahora dirigiré el discurso de la ceremonia, por lo que les pido unos momentos de su atención.

Este mundo es el cuerpo de Tsukihi Dios Oyagami

  Yo tengo 70 años cumplidos. Dejando de lado el aspecto físico, tener 70 años en la actualidad no es considerado ser tan viejo, y he vuelto a reflexionar que sin importar que tengamos 70 u 80 años, mientras estemos vivos, nuestro cuerpo es algo recibido en préstamo por parte de Dios Oyagami.

  El Dios del Origen, Tsukihi Dios Oyagami, quien nos concede su Providencia ingresando en nuestros cuerpos, creó a los seres humanos y el mundo que no habían existido hasta entonces. Asimismo, dio nombres divinos a cada uno de los instrumentos que utilizó en la creación, los cuales nos enseñó como las providencias que nos concede en el interior del cuerpo y el mundo.

  En el Capítulo VI del Ofudesaki encontramos versos que explican sobre la Verdad del Origen. Quisiera presentarles de manera resumida la explicación dada en las notas acerca de estos versos.

  El Oya (Padre-Madre) del Origen es Tsukihi, e invocamos a Tsuki (Luna) como Kunitokotachi-no-Mikoto y a Hi (Sol) como Omotari-no-Mikoto.

  El comienzo del Origen de este mundo fue un mar encenagado dentro del cual se encontraban únicamente Tsuki (Luna) y Hi (Sol). Entonces, pensando en que no sería placentero estar solos, consultaron entre ellos y decidieron, como Tsukihi, crear el mundo y concebir a los seres humanos para compartir con ellos el Yokigurashi, Vida Plena de Alegría y Felicidad.

  Dentro del mar encenagado repleto de lo que parecieran lochas nadando, llamó a algo semejante a un pez con rostro humano y a algo parecido a una serpiente blanca, habló con ellos y, con su consentimiento, los utilizó en la creación humana como instrumentos de la semilla y el semillero, respectivamente.

  Después, observando a lo largo del mar encenagado, Tsukihi llamó desde el sureste a algo con mucha fuerza de resistencia; desde el noroeste a algo vigoroso como soporte; desde el este a algo con libre habilidad para entrar y salir; desde el suroeste a algo extremadamente plano; desde el oeste a algo que no se desgarrara por más que fuera jalado; y desde el noreste a algo con la barriga inflada. Así los llamó uno tras otro, recibió su consentimiento y los utilizó como instrumentos para la creación.

  De este modo, Tsukihi dio marcha a la creación del mundo y los seres humanos, una vez reunidos los instrumentos, y les prometió volverlos a traer al Yiba del Origen para ser adorados por la posteridad después de transcurrir el mismo número de años que el de los primeros hijos nacidos y disfrutar juntos viendo gozar de alegría a los seres humanos. Es así como dio comienzo el trabajo divino de la creación del mundo y los seres humanos por medio de la Providencia de Dios Oyagami.

  Y a través del largo periodo de novecientos millones noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve años, creó el mundo y crió a los seres humanos que crecieron de cinco bu (más o menos media pulgada) hasta llegar a cinco shaku (500 bu) después de renacer incontables veces.

  Durante ese periodo, la vida de los humanos en el agua duró novecientos millones noventa mil años, seis mil años tomó la instrucción de la inteligencia, y tres mil novecientos noventa y nueve años, la instrucción de las letras.

  Y el 26 de octubre de 1838, día en que cumplió el periodo prometido del mismo número de años que el de los primeros hijos nacidos, el Dios del Origen, Dios Oyagami Tenri-O-no-Mikoto, se reveló en el Yiba del Origen tomando a Oyasama como Templo de Tsukihi y empezó a transmitir la instrucción final, es decir, la Última Enseñanza para la salvación del mundo entero.

  Tenri-O-no-Mikoto es en verdad el Oya del Origen y el Dios de la Realidad que creó todo el universo y cuya existencia y Providencia se extienden a través de este al ser el universo entero su cuerpo. Y en cuanto a este mundo, Dios Oyagami mismo se reveló en el Yiba del Origen tomando a Oyasama como su Templo Divino. Es decir, se atribuye el nombre divino de Tenri-O-no-Mikoto a la Verdad del Yiba que perdura por todas las generaciones, y Oyasama permanece viva por siempre en el mismo Yiba, lo cual conocemos como la Verdad de la Vida Eterna de Oyasama. El Yiba del Origen es realmente el lugar donde mora Tenri-O-no-Mikoto, el fundamento de la dedicación sincera a la salvación y la fuente vital de la fe de esta Enseñanza.

  Aunque he abreviado algunas partes, es así como se explican los versos.

  Buscando en el mundo entero, no hay otro dios que conceda la Providencia a través del cuerpo, esto es, desde el interior del cuerpo.

  Hasta la Revelación Divina, las personas adoraban desde la antigüedad a sus dioses y budas simbolizándolos con figuras de papel, madera o metal. Sin embargo, los dioses no pueden introducirse en dichos objetos. No hay nada que pueda superar al Dios que se introduce en los seres humanos.

  Tsukihi Dios Oyagami deseaba enseñarnos esta salvación desde antes, pero no podía hacerlo porque no había llegado el tiempo predeterminado. Hasta entonces, la escarda y el fertilizante en las personas se realizaba por medio de cultos, oráculos, médicos y medicinas.

  No obstante, en la Revelación Divina, una vez terminada la instrucción a los humanos y pasado el número de años igual al de los primeros hijos nacidos, Dios Oyagami situó en la Residencia a Oyasama, poseedora del alma de la madre en el Origen, y la tomó como Templo de Tsukihi con la llegada del tiempo prometido para enseñarnos este camino de la salvación.

Lo prestado y recibido en préstamo

  Este mundo es el cuerpo de Tsukihi y se nos enseña que es el mundo entre el cielo y la tierra. Como los seres humanos vivimos en el seno de Tsukihi, no hay una sola cosa que hagamos que el Dios del Origen, Dios Oyagami, desconozca. Todos los seres humanos somos hijos de Dios y el cuerpo de cada uno de nosotros es algo que recibimos en préstamo.

  En el libro «Shinja no Shiori (Guía del Creyente)» publicado por el Departamento de Archivos Históricos y Documentos Doctrinales, viene explicado «lo prestado y recibido en préstamo» de la siguiente manera: Es gracias a la Providencia de Dios Oyagami que los seres humanos pueden vivir, trabajar y realizar sus labores. Por lo tanto, el cuerpo de los seres humanos es algo prestado por Dios, cada uno lo recibe en préstamo. Asimismo, como el mundo fue creado por medio de las Diez Perfectas Providencias Divinas en el comienzo del Origen, se nos enseña que como prueba de ello fueron proporcionados diez dedos tanto en las manos como en los pies de los humanos. Los dos dedos pulgares son como Tsuki (Luna) y Hi (Sol), es decir, Tsukihi, y los ocho dedos restantes son como los ocho instrumentos utilizados en la creación humana. Así como los pulgares hacen útiles a los demás dedos, se nos enseña que Tsukihi hizo uso de los ocho instrumentos para comenzar este mundo y nos concede su Providencia aun en la actualidad.

  Hasta antes de que Oyasama nos transmitiera esta Enseñanza, las personas se apoyaban en médicos, medicinas y cultos, pero en cualquiera de estos casos, lo hacían porque desconocían la causa de las enfermedades. Oyasama nos enseñó que todos los seres humanos tienen ocho tipos de uso de corazón errado (Ocho Clases de Polvo Espiritual) que se manifiestan a manera de enfermedades cuando aparecen, lo que nos lo explica por medio de «el origen de las enfermedades está en el corazón». Esos usos del corazón son: «avaricia, codicia, odio, amor propio, rencor, ira, pasión y arrogancia». También, en cuanto a los hijos menores de quince años, enseña que se muestra en ellos el polvo espiritual de los padres.

La Verdad del Tsutome del Kagura

  Este camino de salvación, indicado como el camino de la dedicación sincera a la salvación, consiste en conocer la existencia y los trabajos de Dios Oyagami, así como en recibir dichos trabajos. Y el fundamento de este camino de la dedicación sincera a la salvación es el Tsutome.

  Oyasama enseñó el Tsutome del Kagura que se celebra con el corazón purificado simbolizando la imagen original en la creación humana para que Dios Oyagami se alegre y consolide en el mundo el gozo de alegría. Dos oficiantes del Kagura simbolizan a Tsuki (Luna) y a Hi (Sol), ambos con máscaras de león. Los oficiantes restantes, unos con máscaras que representan al hombre y otros a la mujer, realizan los movimientos de manos del Tsutome simbolizando el trabajo de los respectivos instrumentos en la creación, y danzan con alegría en el corazón animando así a Dios Oyagami.

  Como Dios Oyagami creó el mundo y a los seres humanos sin tomar ningún modelo como ejemplo y con el deseo de verlos gozar de alegría, la salvación mediante este Tsutome de Alegría implica que Dios nos salva cuando reproducimos la imagen al momento del Origen alegrándonos y animándonos mutuamente. Por su parte, en las respectivas iglesias se oficia el Suwari-zutome (parte del Tsutome que se celebra sentado) con los seis celebrantes recibiendo la Verdad del Tsutome del Kagura.

  Si limpiamos los males y pedimos a Dios con un corazón de alegría, nuestro corazón se empalma con el de la intención divina; además, como el cuerpo humano es un préstamo de Dios, si el corazón de los seres humanos se anima, el corazón de Dios también se animará y otorgará la Providencia. Esta es la salvación que nos enseña este Camino.

  Es así como los seres humanos fuimos creados por Dios Oyagami y nacimos en este mundo para vivir el Yokigurashi, Vida Plena de Alegría y Felicidad.

  ¿Qué es el Yokigurashi? La palabra en sí suena agradable, pero parece ser que no consiste únicamente en vivir divirtiéndonos y disfrutando. En la vida hay alegrías y tristezas, así como placer y sufrimiento. Creo que la vida envuelve todos estos aspectos. Y la imagen original de los seres humanos es una de ayuda mutua. Se nos enseña que se nos concede la Providencia conforme al corazón, de acuerdo al uso de nuestro corazón, por lo que alcanzar el Yokigurashi en nuestras vidas depende de si podemos vivir cotidianamente siguiendo el deseo de Oya.

El corazón de Tsukihi Dios Oyagami

  Entonces, ¿en qué consiste el corazón de Dios Oyagami, el cual debemos seguir? Respecto a lo anterior, nuestros precursores nos explicaron lo siguiente.

  Tsuki (Luna), la providencia divina de Kunitokotachi-no-Mikoto, son los ojos, la humedad y en el mundo, el agua. El corazón que codicia lo que ve a través de los ojos, así como el corazón que pretende que otros actúen de uno u otro modo no siguen el deseo de Oya (Padre-Madre). Aunque nos sean prestados unos ojos favorables, si por el contrario los usamos en ver lo malo, sería como si entrara el polvo en nuestros ojos. No prestemos atención al polvo aunque este salte a nuestra vista y asentemos firmemente en el corazón lo bueno que vemos. Y cada vez que así sea, expresemos nuestro agradecimiento. Si se fija en nosotros esta manera de comprender el cuerpo recibido en préstamo, podremos recibir la salvación según nuestra petición a través de la infinita Providencia de Dios.

  Además, es bueno pedir la providencia de Kunitokotachi-no-Mikoto en la medianoche tranquilizando la mente y en medio del silencio. Al mismo tiempo, pensar y obrar el bien sin que los demás se enteren o lo vean es el origen para recibir la Providencia.

  También, todo lo concerniente al agua es trabajo de Kunitokotachi-no-Mikoto. Y del mismo modo que se enseña en la expresión «Dios, como el agua», es importante llegar a tener un corazón como el agua. Un corazón como el agua es uno lleno de alegría en todo momento, así duerma o esté despierto, amanezca o anochezca. Este es el espíritu del corazón como el agua. Si lo materializamos a un ejemplo, la otra persona sería un recipiente, por lo que uno mismo debe adecuarse al prójimo con un corazón como el agua. Como se dice que «el agua se adapta a cualquier recipiente», es importante que tengamos un corazón como el agua y nos adecuemos a cualquiera del mismo modo que el agua adapta su forma a cualquier recipiente. En una iglesia, el encargado logrará tener un corazón como el agua cuando armonice su corazón con el de todos los fieles, sean cinco, diez, veinte o cien de ellos.

  Además, hablando de un corazón como el agua, esta es desechada después de lavar el polvo. Cuando nos bañamos o lavamos la ropa, el agua que utilizamos limpia nuestro cuerpo y las prendas, y es desechada al llevarse la suciedad. Limpia para embellecer a otros y es desechada quedando sucia. Si comprendemos este uso del corazón, el espíritu del agua se establecerá en nosotros. Aún más, en el Camino se llama amor de Oya (Padre-Madre) al uso de corazón que limpia al prójimo al asumir las faltas y los polvos de otros, que salva a las personas al lidiar y lavar las dificultades ajenas.

  No hace falta mencionar que Tsuki (Luna) es la providencia de la noche. Hace descender el rocío nocturno para humedecer todo sin excepción. Los humanos también obran con compasión, sinceridad y cariño, y tienen un buen uso de corazón cuando otros no están observando. Es precisamente este espíritu el que Dios acepta.

  Hi (Sol), invocado como Omotari-no-Mikoto, es la providencia del calor en el cuerpo y del fuego en el mundo. Un corazón frío y sin calidez es un corazón de «avaricia» que no sigue el deseo de Oya. La «avaricia» consiste en escatimar, tanto en cosas materiales como en esfuerzo, y no aceptar el fracaso de uno mismo. Cuando fracasamos, hay que hacerlo con placer. Cuando cumplimos con lo que se nos pide, también hay que hacerlo con placer. Lamentarse viene a ser una queja, por lo que debemos cuidar en no quejarnos ante cualquier circunstancia.

  «La queja es la verdad de cortar; la satisfacción, la verdad de unir»; unir y dar continuidad a la respiración que se corta, por lo que si existe la queja no podremos unir. Si hay un corazón de satisfacción, podremos unir y dar continuidad.

  Que nuestro corazón llegue a ser como el de Dios, que es como «el agua se adapta a cualquier recipiente», y alegrémonos sin importar cuán profundo caigamos y esforcémonos por ofrecer toda la amabilidad que esté en nuestras manos. Lo anterior es, desde luego, el camino recorrido por Oyasama. Ella es nuestro ejemplo, por lo que actuar siguiendo su modelo y ejemplo es precisamente lo que nos conducirá a la satisfacción.

  Al mediodía, a las 12 h, Hi (Sol) se posiciona justo encima de nosotros y nos alumbra sin formar sombras. Por lo tanto, como Yoboku que somos, es importante en nosotros el uso de corazón que no cree sombras al hacer distinción y alumbre a todos por igual, sean cinco, diez, cien o mil personas.

  Aunque las épocas transcurran y los tiempos oportunos cambien, no hay alteración alguna en nuestro Dios, Tsukihi, como tampoco hay el más mínimo cambio en lo esclarecido por Dios Oyagami que está en el Cielo. Sin importar cuánto tiempo pase, debemos ser conscientes sobre lo prestado y recibido en préstamo, y limpiar lo único que nos pertenece, que es el corazón. Tal como indica el Mikagura-uta (Himnos Sagrados): «Mi corazón se ha purificado completamente. ¡Cuán agradecido estoy!» (Himno IV), las personas cuyos corazones se han purificado reciben en todo momento las gratificantes bendiciones.

  El corazón de Dios es el mero amor de Oya (Padre-Madre). Oya es quien no escatima, quien trata con calidez y fluidez, y quien, vea lo que vea y escuche lo que escuche, vive en olvido de los asuntos propios para ayudar a las personas. Ese es el verdadero amor de Oya. Tsukihi Dios Oyagami ilumina y protege a sus hijos día y noche los 365 días del año sin exigir que hagamos esto o aquello. Es suficiente con que vivamos teniendo como modelo y ejemplo a Oyasama.

  Esto es lo que nos dejaron nuestros precursores.

Comprender la gracia que recibimos

  Nuestros precursores también explicaban: Nosotros, seguidores de este Camino, debemos comprender la gracia de lo prestado y recibido en préstamo, y ofrendar objetos y agradecer día a día a Dios por esta inmensa gracia. Debemos expresar cotidianamente nuestra gratitud al poder hablar y ver distintas cosas mediante nuestros ojos. Poder trabajar con nuestras manos, desplazarnos con nuestros pies y cumplir con nuestra labor por decenas de años es gracias a que Dios nos permite hacerlo. El cuerpo de todos es prestado por Dios, nada podríamos hacer sin recibir este cuerpo en préstamo; si comprendemos esta Verdad, todo Innen, Causalidad, podrá ser cortado. Por lo tanto, debemos dedicarnos más y más en corresponder a esta gracia recibida dedicándonos a otros. Por mucho que correspondamos a las Providencias recibidas, en esta cuestión no existe un límite.

  Es así como lo enseñaron los precursores.

  Si no consideramos la gracia como tal, no podremos corresponderla. Será algo que demos por sentado. Se puede decir que ver por los ojos, escuchar por los oídos y respirar son cosas ordinarias que damos por hecho. Los fieles de este Camino fuimos instruidos por Oyasama, por lo que comprendemos que recibimos los trabajos del calor y la humedad en el interior del cuerpo, que respiramos, que vemos a través de los ojos, que escuchamos la Verdad por los oídos, que olemos por la nariz, que hablamos por la boca, que trabajamos con las manos, que nos desplazamos con los pies y que podemos utilizar el cuerpo gracias al trabajo de Dios.

  Sin embargo, ¿no será que muchas veces damos por sentado todo esto? Un corazón acostumbrado es lo opuesto a uno agradecido. Pero no hay nada más grato que lo habitual. La gracia que Dios concede es tal que desborda tanto en el interior del cuerpo como en su entorno.

  Es esencial vivir sintiendo en el cuerpo la gracia de Dios y diciendo ante cualquier circunstancia: «Qué grato, qué grato». Si comprendemos la gracia de Oya, también lograremos comprender los favores que recibimos de los demás.

La actitud de Hinokishin

  El corazón de corresponder a las Providencias recibidas se manifiesta en la actitud de Hinokishin.

  Les contaré sobre algo que ocurrió en la década de 1890. Es una historia sobre alguien que no era creyente y que sucedió cuando cruzaba a pie las montañas durante su viaje desde el distrito de Higashikasugai, prefectura de Aichi, con destino a la ciudad de Nakatsugawa, prefectura de Gifu.

  Era un caluroso día de verano en el que el ruido de las cigarras llegaba a ser fastidioso. El hombre llevaba puesto solo un yukata (prenda ligera), unas sandalias de paja y cargaba en el hombro un morral un poco grande. Caminaba empapado en sudor al subir y bajar senderos montañosos que no estaba acostumbrado a transitar, y el peso del morral comenzaba a sentirse más y más sobre sus hombros. Por si fuera poco, llevaba ensangrentadas las uñas de los pies por tropezarse con piedras y raíces de árboles en el camino.

  Fue entonces cuando detrás suyo escuchó una voz diciendo: «¿No gustas que te ayude con tu equipaje?». Al voltear, vio a un campesino de aproximadamente sesenta años sonriéndole con un rostro gentil, quien le repitió amablemente: «Dame tu morral, lo cargaré por ti».

  El viajero sintió tanta alegría que le entregó el morral diciendo: «Entonces, se lo encargo, por favor». En ese momento, pensó que sería suficiente agradecerle con una moneda de plata de veinte sen (tres o cuatro mil yenes actuales) si le hiciese el favor de cargar el morral hasta el Nakatsugawa.

  Haciendo uso de una toalla, el anciano amarró el morral a sus pertenencias que llevaba envueltas en una tela y, llevándolos delante y detrás sobre sus hombros, continuó con el recorrido caminando a paso ágil. Mientras el viajero se quedó un rato parado en ese lugar acariciado por el viento que soplaba entre las hojas y con la alegría de haberse librado del morral, el anciano ya se encontraba caminando doscientos o trescientos metros por delante. Viendo la espalda del anciano, el viajero sintió algo sobrehumano difícil de explicar con palabras; sintió como si su cuerpo irradiara una luz.   

Mientras el viajero pensaba sobre su apreciación, la figura del anciano se alejaba aún más. A duras penas llegó con sus piernas cansadas al acceso hacia Nakatsugawa, donde el anciano que lo esperaba le dijo amablemente: «¿A dónde te diriges? Si quieres lo llevaré hasta ahí». A lo cual el viajero contestó: «Muchas gracias pero hasta aquí está bien, fue de mucha ayuda. Acepte esto como agradecimiento», y dicho esto le ofreció la moneda de plata de veinte sen, tal como lo había planeado. A esto, el anciano respondió: «No te preocupes, no cargué el equipaje con la intención de que me agradezcas. Este no es tu equipaje, es el de Dios. Cargar las cosas de Dios es una labor que evidentemente debemos realizar. Lo que hice hoy hacia Dios es Hinokishin. Recibir una sola moneda en agradecimiento marchitará mi corazón». Fue de este modo que lo rechazó cordialmente e intentó continuar su recorrido.

  El viajero le solicitó: «Por lo menos dígame su nombre», a lo cual el anciano manifestó: «Yo soy fiel de Tenrikyo», y dejando solo estas palabras se marchó.

  Esta es la historia que les quería compartir.

  Pienso que para nosotros, como creyentes del Camino, esta escena se proyecta de manera agradable y complaciente ante nuestros ojos.

Hinokishin es sinónimo de Tenrikyo

  Quisiera contarles otra historia que tuvo lugar a principios de la era Showa (1926-1989) cuando un hombre, que más adelante sería encargado de una iglesia, se alistó en las filas del ejército y sufrió una herida, siendo internado en un hospital militar en la prefectura de Wakayama. En dicho hospital brindaban atención los voluntariados de la Iglesia Cristiana, al mismo tiempo que miembros de la Asociación de Damas de Tenrikyo realizaban Hinokishin.

  Dicen que dentro del hospital se murmuraba unos días: «Mañana toca turno a las personas de la Iglesia Cristiana, por lo tanto, no saquen a lavar ropa muy sucia». Otros días decían: «Mañana toca turno a Tenrikyo, saquen la ropa sin importar qué tan sucia esté». Ese fue el primer contacto que tuvo aquel hombre con Tenrikyo.

  Posteriormente emprendió diversos negocios, pero fue gracias a que su esposa se inició en la fe que él también entró al Curso Shuyoka, de Formación Espiritual, y logró establecer una iglesia gracias al Hinokishin exhaustivo, la divulgación de la fe y la salvación que realizó.

  «Mañana toca turno a Tenrikyo, saquen la ropa sin importar qué tan sucia esté».

  Creo que estas palabras reflejaban la impresión que la sociedad tenía respecto a Tenrikyo, siendo palabras que agrupan la grandiosa imagen de ser un «tonto», tal como Dios lo enseña.

  Por largos periodos las personas identificaban Tenrikyo mediante las frases: «Hinokishin de Tenrikyo» o «Tenrikyo del Hinokishin». Nosotros, a quienes se nos ha explicado que este mundo es el universo de Dios, debemos avanzar nuestros pasos hacia la construcción del mundo de Yokigurashi con un corazón de Hinokishin ante cualquier circunstancia y dedicarnos a corresponder a las Providencias que recibimos de Dios.

  Para terminar, citaré las palabras del Shimbashira publicadas en el periódico Tenri Jiho, en su primer número del presente año:

  Empezando por el cuerpo que recibimos en préstamo, nosotros vivimos bajo la permanente Providencia de Dios Oyagami.

  A pesar de que nos encontramos en una difícil situación a nivel mundial, es importante no olvidar la gratitud y la alegría dentro de nuestra vida cotidiana. Aún más, deseo que recorramos animadamente el camino para corresponder a las Providencias recibidas.

  Les agradezco su atención.