La regla divina

2020/04/01

Oyasama dice:

«Aun las cosas que parecen rectas a los ojos del mundo, si aplicamos la regla divina, resultan torcidas».

  Una persona que ve el mundo exterior a través de una ventana triangular, dirá: «Este mundo tiene forma triangular». Pero aquella que lo ve desde una ventana cuadrada, le reclamará: «¿Qué dices? Si el mundo es cuadrado…». Y la que lo ve desde una ventana circular, le replicará: «¡Déjense de bromas! ¿¡Acaso no ven que el mundo es circular!?»

  Cada uno piensa que el mundo tiene una forma tal como uno lo ve. Por eso piensan que los demás están equivocados, sin poder imaginar que este mundo en realidad es una esfera.

  Casi todos reconocen que hay personas que tienen buenas calificaciones o que son hábiles en algo. Pero en el fondo de sus corazones, todos piensan que uno sabe más que los demás.

  Este pensamiento egocéntrico y arrogante crea un ambiente desagradable al obstruir la opinión de los otros. Ellos intentan que los demás tengan el mismo punto de vista que uno, y cuando se dan cuenta que no pueden compartir la misma opinión, se enfadan.

  En momentos como este es que debemos recordar las palabaras de Oyasama acerca de «la regla divina».

  En el mundo existen tantas reglas como cantidad de personas, y la que tiene uno no es más que una de las tantas existentes. No hay garantía alguna de que sea recta o no, como también puede ser que esté torcida por el mal carácter de uno. Este mundo se mueve teniendo como base la regla divina, la cual es inmesurable para cualquier persona.

  Si uno puede darse cuenta de esto, llegará a ser una persona más humilde sin cometer errores producto de su determinación egocéntrica. Su visión se ampliará y llegará a ser una persona generosa.