Discurso de la Ceremonia Mensual de Febrero del Año 184 de Tenrikyo

2021年4月20日

Determinemos cada uno nuestros corazones y animémonos con miras a la realización del mundo de Yokigurashi

Rvdo. Noriaki Nagao

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  Aunque la pandemia del coronavirus todavía no tiene cuándo acabar y dentro del santuario solo han podido reverenciar representantes de nuestra comunidad, hemos podido celebrar de manera animada la Ceremonia Mensual de Febrero. Me siento sinceramente agradecido.
  A partir de ahora dirigiré el discurso de la ceremonia. Les pido que me acompañen por unos momentos.

Tener un sentido de propósito

  Como acabo de mencionar, el coronavirus, que se empezó a propagar a comienzos del año pasado, ha proliferado en todo el mundo. El 3 de marzo de ese año, en este mismo santuario, se ofició el Tsutome de Petición con el Rvdo. Daisuke Nakayama como centro para solicitar el cese de la pandemia. En ese momento, creo que nadie podía imaginar que esta se prolongaría por tanto tiempo. Ya ha pasado más de un año y todavía no llega a su fin.
  Cada uno de nosotros, como fieles, debemos pensar seriamente cuál es la voluntad de Dios Oyagami contenida en esta pandemia que afecta al mundo entero.
  En cuanto a las enfermedades infecciosas, en el Ofudesaki hay un verso que hace referencia al cólera. Este es un verso que se ha empleado en distintas oportunidades desde el año pasado.

  El mundo está diciendo que es el cólera,
  pero es Tsukihi que os avisa de su pesar.

  (Ofudesaki, XIV, 22)

  Se nos enseña que Dios Oyagami mostró su pesar por la situación del mundo a través de la propagación de una enfermedad infecciosa como el cólera.
  En cuanto a esta desgracia producida por el covid-19 sería igual. Entonces, ¿qué es lo que actualmente ocasiona su pesar? Por ejemplo, las insaciables dinámicas de consumo traen consigo el cambio climático global y ponen en peligro la existencia de numerosos organismos. La brecha entre ricos y pobres se va ampliando. Los problemas entre esposos y en la familia, en lugar de disminuir, van aumentando cada vez más. Estamos en una situación demasiado alejada del Yokigurashi, Vida Plena de Alegría y Felicidad, que desea Dios.
  Los versos que le siguen al antes mencionado dicen:

  En todas partes del mundo, ocurre lo mismo a toda la gente,
  tan sólo que tiene el corazón desanimado.

  En adelante, cambiad firmemente el corazón
  y convertidlo en un corazón lleno de alegría.

  El que Tsukihi haya empezado a los seres humanos
  es por el deseo de verlos llevar una vida llena de alegría.

  Puesto que el mundo no sabe esta verdad,
  lo único que hace es caer más y más en el desánimo.

  (Ofudesaki, XIV, 23 a 26)

  Dios dice que los seres humanos del mundo tienen el corazón desanimado. A partir de ahora, cambien firmemente su corazón y conviértanlo en uno rebosante de alegría. Esto, debido a que Tsukihi comenzó a los seres humanos para verlos gozar de alegría. Como no conocen esta verdad, las personas del mundo tienen el corazón desanimado. Además, dice:

  Tsukihi os desea a todos plenitud de alegría.
  Si alguien se atreve a interrumpirlo, aumentará enormemente el pesar.

  (Ofudesaki, XIV, 27)

  Nos enseña que, como los seres humanos no logran tener una vida plena de alegría, el pesar de Dios Oyagami se incrementa aún más. Podemos interpretarlo como que esa es la causa por la cual la epidemia del cólera se propagó.
  No obstante, para nosotros los seres humanos, lo normal es que veamos difícil llegar a esa alegría rebosante cuando se nos muestra la propagación de una enfermedad infecciosa. Desde el año pasado, todos los días hemos visto noticias sobre el aumento del número de casos, el estado de emergencia y el confinamiento total en distintos países. Al escuchar estas palabras, creo que muchas personas fueron sintiéndose abatidas. Por eso, si bien sería más sencillo de entender si nos dijera que vivamos en alegría rebosante porque contendrá esta pandemia, al contrario, Dios Oyagami nos enseña que muestra estas circunstancias porque no tenemos un corazón pleno de alegría.
  En realidad, no solo aparece en esta parte. A lo largo del Ofudesaki aparecen versos que dicen que el orden debe ser animar el corazón si se desea ser salvado, mas no animarlo si se es salvado.
  Por ejemplo:

  Si los corazones se animan paso a paso,
  habrá buena cosecha en el mundo y prosperidad en todas partes.

  (Ofudesaki, I, 9)

  Dice que, si los corazones se animan, nos mostrará la prosperidad de la sociedad a partir de la cosecha abundante. No es el orden de animarse si hay prosperidad y cosecha abundante.
  O bien:

  Si los corazones del mundo se animan en todo,
  a su vez, el corazón de Dios se animará.

  (Ofudesaki, IV, 20)

  Nos explica que Dios se animará si los seres humanos se animan.

  A medida que los corazones del mundo se animen paso a paso,
  el crecimiento de los cultivos también se animará.

  (Ofudesaki, X, 82)

  Se nos enseña que, si los corazones del mundo entero se van animando, habrá abundancia en los cultivos.
  Entonces, en medio de las dificultades actuales, ¿qué debemos hacer para poder animar los corazones? Volvamos a los versos anteriores:

  El que Tsukihi haya empezado a los seres humanos
  es por el deseo de verlos llevar una vida llena de alegría.

  Puesto que el mundo no sabe esta verdad,
  lo único que hace es caer más y más en el desánimo.

  (Ofudesaki, XIV, 25 y 26)

  Puede que suene repetitivo, pero nos dice que los seres humanos se desaniman porque no conocen la verdad de que Dios comenzó a los seres humanos por su deseo de verlos llevar una vida rebosante de alegría. Esto significa que si cada uno de los seres humanos tenemos claro el motivo de nuestra existencia y nuestro objetivo, los cuales son hacer realidad el mundo de Yokigurashi, los corazones se irán animando.
  Ciertamente, si se tiene un sentido de propósito, el corazón se anima. Actualmente, yo cumplo el cargo de rector de la Universidad de Tenri, por lo que puedo ver claramente cómo los estudiantes con sentido de propósito, es decir, que desde un principio se proponen estudiar de determinada forma para más adelante conseguir un determinado trabajo, están más animados. No sucede lo mismo con los que vienen a la universidad sin una razón en particular y estudian durante cuatro años sin saber por qué.
  Si nosotros no comprendemos para qué seguimos esta fe y con qué fin llevamos a cabo los eventos de la iglesia, o quienes trabajan, por qué lo hacen en esa empresa y para qué hacen una determinada actividad, es como si viviéramos cada día sin tener un objetivo, y así el corazón no podrá animarse. Con un sentido de propósito nos dedicamos con esfuerzo para alcanzarlo. Entonces es cuando el corazón se anima.
  Como es de su conocimiento, a comienzos de año el equipo de rugby de nuestra universidad tuvo el honor de coronarse campeón nacional por primera vez desde que se fundó hace noventa y seis años. Una revista que no es de Tenrikyo nos elogió: «Este primer título nacional da aliento a una sociedad cubierta por una atmósfera pesada». A la universidad también nos hicieron llegar numerosos mensajes de felicitación por parte de nuestra comunidad y de muchas personas más. Y un reverendo de la Sede me dio unas palabras de felicitación algo extrañas: «Qué bueno, ¿no? Con esto ya tienes de qué hablar en el discurso de la ceremonia».
  También creo que deben estar informados al respecto, pero en agosto del año pasado hubo un brote de coronavirus dentro del dormitorio del equipo de rugby. Desde que la universidad hizo público este asunto, a diario recibimos innumerables llamadas telefónicas y correos electrónicos con quejas y reclamos. A los miembros del equipo también les llegaron muchos mensajes de este tipo.
  Me imagino que seguramente hubo momentos en los que ya no podían soportarlo, pero ellos nunca perdieron el ánimo ni se desmoralizaron. Y eso creo que se debe a que ellos tenían un sentido de propósito bien definido. Empezando por el capitán, cada vez que tenían la oportunidad, ellos decían que querían devolver todos los favores recibidos a quienes los atendieron y apoyaron durante la pandemia saliendo campeones nacionales. Y es así como nos mostraron ese resultado.

Un corazón determinado se anima por sí mismo

  Nosotros con frecuencia hablamos acerca de los precursores del Camino. Y aunque hay muchos maestros precursores que son admirables, no creo que ellos necesariamente hayan sido unos santos.
  Por ejemplo, en Anécdotas de Oyasama hay un relato sobre el Rvdo. Shirobe Umetani, quien al escuchar que hablaban mal de él diciendo: «Un albañil de Osaka arruinado ha venido a trabajar hasta la provincia de Yamato», estuvo a punto de abandonar la Residencia durante la medianoche completamente molesto. Pero al oír a Oyasama toser ligeramente, terminó por quedarse. Al día siguiente, Oyasama le instruyó: «¿El objetivo es el hombre o Dios? Dios es el objetivo de la fe» (Anécdotas de Oyasama, No. 123 «¿El objetivo es el hombre?»).
  En esta anécdota, por encima de lo que le ocurre al Rvdo. Umetani, a mí me da curiosidad saber quién habló mal de él. Este relato es del año 1883. Según las notas que dejó el Primer Shimbashira, Shinnosuke: «En esos días, era frecuente la visita de los policías, llegando a venir tres veces durante el día y tres veces por la noche», y agregaba: «Yo, Shinnosuke, entre los años quince, dieciséis y diecisiete (de 1882 a 1884), por cerca de tres años sólo dormité reclinado en un sillón sin quitarme la ropa. Esto porque conducía (…) a los policías que venían a investigar tanto de día como de noche» (La Vida de Oyasama, Cap. IX «Los Sacrificios»). Es decir, esa fue una época en la que la intervención de la policía era la más rigurosa dentro de los 50 años de la Vida Modelo.
  Como era alguien que venía a la Residencia en aquella época arriesgando su propia integridad, podemos suponer que quien pronunció dichos improperios también era alguien que más adelante se convertiría en una figura destacada dentro de nuestra comunidad o de alguna iglesia que por ese entonces se iban formando en distintas regiones. Una persona así dijo esas cosas de «un albañil de Osaka arruinado», las cuales normalmente hubiera evitado decir.
  Creo que estos maestros precursores también tenían, al igual que nosotros, mucho polvo espiritual. Pero esos maestros precursores vivieron algo que nosotros no tenemos. Y eso es lo que les acabo de mencionar, la intensa persecución por parte de la policía y del poder público, además de una tensión aplastante por parte de una sociedad que los veía con menosprecio. Por supuesto, no es necesario revivir eso nuevamente en la actualidad. Sin embargo, el que los precursores continuaran la fe incluso en medio de esa tensión se debió a que, al haber sido salvados con esta enseñanza, ellos tuvieron un firme sentido de propósito. En otras palabras, se debió a que pasaron animados con la determinación espiritual de extender esta enseñanza a sus familiares, conocidos y vecinos, y transmitirla a las generaciones futuras para que las personas sean salvadas. Cuando se utiliza este término de «determinación espiritual» como sustantivo, tendemos a pensar en algún objetivo numérico, pero no tiene que ser necesariamente así, pues lo importante es determinarse algo en el corazón. Y el corazón determinado se anima por sí mismo.
  Si reflexionamos de esta manera, podremos darnos cuenta de que el término «animarse» que se menciona en el Ofudesaki no es simplemente gozar o disfrutar del momento, sino que tiene un significado más profundo. En «La Doctrina de Tenrikyo» dice: «Nosotros, seguidores de la fe, debemos marchar con firmeza y alegría, sin ser presa de ningún infortunio, pensando que todo lo que ocurra se debe a la voluntad divina» (Cap. Ocho «Siguiendo el Camino»). Creo que es un estilo de vida en el que se vive con una postura activa hacia la Enseñanza, comprendiendo que todos los sucesos son designios de Dios Oyagami y aceptándolos de una manera positiva.

Se puede llevar a la práctica porque se está precisamente en medio de dificultades

  Tener un sentido de propósito incluso en medio de los sufrimientos. Dicho con más exactitud, porque se está en medio del sufrimiento es que se puede tener un sentido de propósito. Quiere decir que el corazón se determina, lo cual conlleva a que se ponga algo en práctica. Y esa puesta en práctica anima el corazón.
  La historia que les voy a contar es sobre algo que le ocurrió hace algunos años a unos esposos Yoboku que viven en el extranjero. Ellos tienen un hijo. Él estuvo rodeado de unas malas amistades desde hacía un tiempo y decidió abandonar su casa. Un día, cuando pensaban que había vuelto por la madrugada, él solo había venido a recoger sus videojuegos. Debido a la situación, su padre le llamó la atención, a lo que él respondió haciendo uso de la violencia por medio de golpes y patadas. El rostro de su padre se hinchó tanto que quedó prácticamente irreconocible. Por casualidad, en aquella época su madre se encontraba en Japón y vino a consultarme.
  Su madre me dijo: «Ya está fuera de nuestras manos, por eso estoy pensando ir con la policía». En ese país, si se presenta una denuncia, es probable que sea inmediatamente detenido. Yo le recomendé: «Denunciarlo a la policía puede que sea lo más sencillo, pero de así hacerlo, él pasará el resto de su vida cargando antecedentes policiales. ¿Por qué no lo trae al Yiba?». Él ya había sido aprobado para ingresar a una escuela del Yiba a partir de abril del año siguiente, pero todavía faltaban más de ocho meses para ello. Su madre vacilaba: «Aunque lo envíe al Yiba, seguramente va a causar muchas molestias a las personas allá». No obstante, después de consultarlo, su hijo regresó al Yiba solo.
  Se decidió que permaneciera en un alojamiento para fieles hasta que se inicie la escuela, y como no podíamos dejar que anduviera por ahí sin nada qué hacer durante el día, empezó a hacer Hinokishin en una dependencia de la Sede. Sin embargo, pasado un tiempo, recibimos una llamada del encargado del alojamiento. Resulta que él amenazaba a los cursillistas del Shuyoka que se levantaban temprano diciéndoles que hacían demasiado ruido y que por eso los golpearía. Consultamos con el encargado y, felizmente, en su alojamiento tenían un edificio anexo separado, por lo que hicieron que se mudara allí. Por otra parte, también recibí una llamada del responsable del departamento de la Sede diciendo que su actitud en el trabajo no era la adecuada y que tampoco se estaba llevando bien con los demás trabajadores. Sin otra alternativa, dejó de trabajar en ese lugar.
  A duras penas pudimos encontrar una empresa dentro de la ciudad de Tenri que aceptó que trabajara allí a medio tiempo. Así encontramos una solución momentánea.
  Después de eso, hubieron algunos incidentes, pero de alguna manera llegamos al inicio de clases en abril del año siguiente, ingresando él a la escuela y al dormitorio. A partir de entonces también ocurrieron muchas cosas en la escuela y el dormitorio, pero, a pesar de todo, pudo continuar con sus estudios.
  Por esa época me llamó su madre, que se encontraba en el extranjero, diciendo: «Mi marido ha hecho la determinación espiritual de ingresar al Curso Shuyoka». Su padre era Yoboku, pero él empezó a asistir a las Sesiones del Besseki después del matrimonio, más por compromiso. A mí me sorprendió mucho porque no era lo que podría llamarse un fiel fervoroso y, sobre todo, porque él detestaba el Tsutome. Aún así, yo me opuse a que ingresara al Shuyoka. Por ese entonces, la madre me reenviaba los correos electrónicos con los que su hijo respondía a los mensajes que de vez en cuando le enviaba su padre, los cuales eran una serie de expresiones violentas y agresivas que difícilmente se podrían soportar. Yo le respondí: «Tu hijo finalmente está calmándose poco a poco. Si viera nuevamente el rostro de su padre, perdería la cabeza echándose a perder todo lo que hemos ganado. Al Shuyoka todavía puede entrar el próximo o el siguiente año». A pesar de ello, la mamá insistió en que lo hiciera «antes de que mi esposo cambie de parecer», con lo que terminó ingresando al Curso Shuyoka.
  «Tu padre va a regresar al Yiba, ¿no?». Al decirle eso a su hijo, me respondió: «A un tipo así, solo queda golpearlo». Mientras se acercaba la fecha en que su padre regresaría al Yiba, yo estaba sumamente preocupado preguntándome qué iría a suceder.
  Sin embargo, justo el día en que su padre llegó al Yiba, Oyasama hizo algo que nos sorprendió a todos. Esa mañana era el ensayo de la Ceremonia Mensual en la escuela del hijo. Durante este, a él le dio asma. Los síntomas eran muy fuertes, a tal punto que perdió el conocimiento. Como estaban en medio del ensayo, había numerosos profesores. Uno le administraba el Sazuke mientras otro llamaba a la ambulancia, y fue internado en el Hospital Ikoi-no-Ie.
  Su padre, que arribó al aeropuerto esa noche, debió de escuchar los pormenores por parte de quien fue a recogerlo. Después de reverenciar en el Santuario Principal, se dirigió directamente al hospital y le administró el Sazuke a su hijo. Su hijo, que decía que iba a «golpearlo», al estar internado no podía hacerle nada. Según una persona que los acompañaba, su hijo solo miraba para otro lado. Y bueno, así es como padre e hijo se reencontraron.
  Más adelante su madre me contó que ella danzaba los Doce Himnos Sagrados frente al altar de Dios de su casa todos los días desde que su hijo regresó al Yiba, y pedía desesperadamente: «Por favor, muéstrale a mi hijo alguna enfermedad. Pero no le quites la vida. Concédele una enfermedad que le haga comprender que él necesita del apoyo de su padre». Es así como la relación entre padre e hijo fue mejorando lenta, pero gradualmente.
  Esta historia no termina allí. El hijo, después de graduarse, se quedó en Japón, donde actualmente trabaja. Entre los años 2017 y 2018 se llevó a cabo el Curso para los Sucesores del Camino en el Yiba. Él participó por recomendación del encargado de su iglesia, aunque lo hizo quejándose: «¿Por qué tengo que ir a un curso como ese?». A pesar de ello, las conferencias y los demás participantes del curso fueron una gran influencia para él. Y según él mismo le contó a su madre, apenas culminó el curso, se dirigió solo al Santuario de Oyasama para disculparse por sus quejas diciéndole: «Oyasama, perdóname», y volvió a casa.
  Con motivo de este discurso de la ceremonia, yo consulté con la madre por correo: «¿Puedo hablar acerca de ustedes?». A lo que ella respondió: «Creo que nosotros recibimos la providencia de una manera muy inusual. Quisiera que dé a conocer esta historia a mucha personas. Por eso, hable de ella, por favor».
  Tener un sentido de propósito, es decir, determinar el corazón. Creo que también está bien si lo hacemos pidiendo por la salvación de la propia familia. En el caso de estos padres y su hijo, creo que ellos se salvaron cuando su hogar estaba a punto de venirse abajo porque pusieron en práctica la fe, ya sea determinándose espiritualmente a ingresar al Curso Shuyoka el padre o danzando todos los días los Doce Himnos Sagrados la madre, con lo cual ellos animaron sus corazones y Dios también se animó. Y creo que pudieron llevarlo a la práctica porque se encontraban justamente en medio de una dificultad.

No existe una forma determinada para realizar las labores de Dios

  Debido a la actual pandemia del coronavirus, nos vemos imposibilitados de ir a reverenciar como quisiéramos a las ceremonias mensuales tanto de la Sede como de cada iglesia. Tampoco es pertinente ir a los hogares de los fieles. Además, no podemos realizar las actividades de las asociaciones. Es cierto que hay muchas cosas que no podemos hacer. Pero también hay muchas otras que sí podemos. Hay quienes están difundiendo información de la iglesia a través de internet. También hay encargados de iglesia que se mantienen en contacto con sus fieles a través de cartas. Personas que regresan al Yiba y se van el mismo día en fechas que no hay ceremonias mensuales. Es importante que, en lugar de lamentarnos por lo que no podemos hacer, nos alegremos por lo que sí podemos.
  Como les mencioné, actualmente soy rector de la Universidad de Tenri. Hoy en día las universidades en todo Japón estamos en una situación difícil debido al decrecimiento de la población de 18 años. Adicionalmente, tenemos la pandemia que viene del año pasado. En el primer semestre de ese año, no se podía ver ni la sombra de los estudiantes en el campus. Donde no resuena la voz de los jóvenes no se pueda llamar escuela. Al contemplar el silencio reinante en el campus, a veces me veía invadido por una profunda tristeza.
  Sin embargo, yo tengo un sentido de propósito. Como ya saben, las universidades privadas nacen a partir de una ideología. Las universidades reconocidas son admiradas también por esa ideología que funge de columna vertebral y por sus fundadores.
  De igual modo, yo creo firmemente que hacer de la Universidad de Tenri una mejor universidad y que egresen sucesivamente brillantes graduados permitirá que las personas del mundo se den cuenta de que la ideología de formar recursos humanos para el mundo de Yokigurashi, bajo la cual se funda la Universidad de Tenri, y su fundador, que viene a ser este Camino en sí, son enseñanzas maravillosas. Al dedicarme día a día teniendo en mente esto, mi corazón se anima inevitablemente.
  Y la misma imagen animada de un solo individuo también se convierte en divulgación de la fe hacia las personas a su alrededor. Esto es algo que sucedió hace un tiempo. En una asamblea de este Camino me encontré con un matrimonio cuya esposa pertenecía a la primera generación en la fe. Yo le pregunté directamente a ella: «Dicen que usted pertenece a la primera generación en la fe. ¿Por qué empezó a seguir la fe de Tenrikyo?». Entonces, me respondió lo siguiente: «Cuando era joven, yo trabajaba en una empresa. Un día, una nueva chica entró a trabajar con nosotros. Ella, a pesar de que nadie le había dicho nada, venía a la empresa todos los días a primera hora y limpiaba nuestra oficina. En nuestra sección debíamos atender a los clientes, y en ocasiones recibíamos fuertes reclamos. Cuando así sucedía, todos en la oficina nos sentíamos abatidos, pero ella era la única que permanecía sonriente y animada. A mí me llamó mucho la atención, por lo que le pregunté por qué siempre se veía tan animada. En ese momento, ella me dijo: “Para serle sincera, yo soy fiel de Tenrikyo. Desde pequeña crecí escuchando a mis padres decir que debía lograr la Vida Plena de Alegría y Felicidad. Tal vez sea por eso”. A partir de entonces, yo me preguntaba cómo era la enseñanza de Tenrikyo, por lo que fui a visitar una iglesia cercana. Ese es el motivo por el que ingresé a la fe».
  Hay muchas personas que dicen que no pueden dedicarse a las labores de Dios porque son comerciantes o trabajan en alguna empresa. Pero yo creo que si el negocio no se hace para obtener beneficios, sino para contentar al cliente, o si el trabajo en la empresa se hace para elaborar buenos productos, y si uno se dedica con ánimo a dar su aporte al Yokigurashi a través de ello, eso se convertirá en una maravillosa labor de Dios. Las labores de Dios no tienen una forma definida; si se tiene la postura animada de contribuir al mundo y a las personas siendo conscientes de ser creyentes de esta fe, eso será una labor de Dios.
  Esta es la enseñanza del Yokigurashi animado. La pandemia del coronavirus tal vez esté disminuyendo, pero todavía no da señales de llegar a su fin. No obstante, nosotros los seguidores de este Camino no debemos dejarnos llevar por la sociedad que se ve oscurecida envuelta en el estancamiento; debemos fijar la vista en nuestro objetivo, determinar el corazón y esforzarnos animadamente en nuestras labores cotidianas.
  Si nosotros ponemos en práctica la plenitud de alegría, estoy seguro de que, sin falta, Dios Oyagami también se animará y nos concederá su gran providencia para superar esta pandemia.
  Muchas gracias por su atención.