Discurso de la Ceremonia Mayor de Octubre del Año 183 de Tenrikyo (2020)
2021年2月5日
Imitando a los maestros precursores, realicemos la salvación que esté a nuestro alcance teniendo esperanzas en el futuro
Director General de Asuntos Religiosos de Tenrikyo
Rvdo. Yoichiro Miyamori
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A pesar de haber podido estar presentes en el Santuario Principal solo los Oficiantes del Tsutome y representantes de nuestra comunidad, hemos podido celebrar sin incidentes la Ceremonia Mayor de Octubre del Año 183 de Tenrikyo. Les expreso mi sincero agradecimiento.
A partir de ahora les dirigiré el discurso de la ceremonia, por lo que les pido que me acompañen por unos momentos.
Este año, la pandemia del coronavirus ha causado confusión y desconcierto en todo el mundo. En el Hogar Paterno también se debió limitar el ingreso de los fieles a los santuarios y al área que estos abarcan, y la mayoría de las actividades debieron ser canceladas. Durante el fin de semana largo de mayo (semana dorada) se llegó al extremo de cerrar todos los recintos del Santuario Principal, los cuales solo se abrían durante el Tsutome Matutino y Vespertino.
Mientras en el mundo entero se escuchaba el ruido de las medidas para contener la pandemia, repentinamente nos encontramos a solo dos meses de terminar el año. Es así como, primero, quisiera hacer un repaso de lo ocurrido hasta este mes de octubre.
Qué es lo que cada uno puede hacer en un momento como este
Como mencioné hace unos instantes, hemos recibido la Ceremonia Mayor de Octubre en un abrir y cerrar de ojos sin que hayamos podido hacer prácticamente nada durante este año.
Si nos ponemos a pensar, en un año normal, cada una de las actividades que llevamos a cabo representa un nudo con el que experimentamos, en cierta medida, una sensación de logro. Sin embargo, este año sentimos como si algo faltara. Siento nuevamente que el hecho de poder llevar a cabo, como todos los años, las actividades que nuestros precursores fueron desarrollando es algo sumamente importante.
Pero, por otra parte, creo que tal vez teníamos la falsa sensación de haber cumplido con nuestra obligación solo por haber llevado a cabo, como siempre, las actividades que anualmente habíamos venido realizando. Si bien es necesario esforzarse y trabajar duro para poder hacer lo establecido tal como se tiene determinado, ¿no habremos estado confundidos pensando que con eso bastaba?
Por poner un ejemplo, el Festival del Regreso de los Niños al Yiba empezó en 1953 con el «Hinokishin de los Niños» propuesto a partir del ferviente deseo de los adultos que se dedicaban a la construcción del Conjunto Oyasato-Yakata: «Queremos que los niños que se harán cargo de la próxima generación del Camino puedan cargar y llevar, aunque sea una vez, la cesta con tierra». En 1954 se celebró como el «Hinokishin de los Niños en el Regreso al Yiba» y en 1956, año del 70.o Aniversario de Oyasama, se le incluyeron «actividades del Oyasato-Yakata» y «de entretenimiento», cambiando su denominación a «Festival del Regreso de los Niños al Yiba», el cual continúa hasta el día de hoy.
Su inicio se dio por el deseo de hacerlo, de llevarlo a cabo. Pero no será que en la actualidad nosotros lo hacemos simplemente pensando: «Como se hace todos los años…».
Además, con un poco más de antigüedad, en mayo de 1932 se puso en marcha el «I Día Nacional del Hinokishin» y en agosto, el «Día Nacional del Discurso Doctrinal en la Calle». El primero continúa hasta ahora como «Día Mundial del Hinokishin», y el segundo dio lugar al «Día Mundial de la Divulgación de la Fe». Estos también comenzaron a partir de la solicitud hecha con el deseo de hacer algo, de hacer lo que esté al alcance de uno.
La mayoría de las actividades que realizamos en la actualidad fueron creadas por los precursores y por quienes nos antecedieron a partir de su sentimiento insoslayable y después de meditar una y otra vez qué es lo que debían hacer. Y puede que esta pandemia nos esté enseñando que es el momento de evaluar si, con el paso del tiempo y al ir cambiando las personas, ese sentimiento de «quiero hacerlo» no ha cambiado por el de «tengo que hacerlo».
Creo que cuando pensamos que «tengo que» o «debo hacer esto», es difícil que brote el ánimo en el corazón. Creo que esta adversidad del coronavirus nos está sugiriendo que debemos desatarnos del «debo hacerlo» o «tengo que hacerlo de este modo», para que cada uno pueda pensar «qué es lo que uno puedo hacer en este momento».
Tal vez no podamos hacer las mismas cosas que hasta ahora, como también es probable que sea diferente lo que cada uno pueda llevar a cabo. Pero, aun así, debe de haber algo que cada uno pueda hacer.
El primer punto es pensar uno mismo en «yo puedo hacer esto». Es importante que uno piense por sí mismo «quiero hacer esto» teniendo como ejemplo la Vida Modelo de Oyasama.
Olvidando las preocupaciones de uno mismo y del propio hogar
La Ceremonia Mensual de Abril de este año (2020) se celebró contando solo con la presencia de los Oficiantes del Tsutome dentro del santuario. Y como mencioné hace unos momentos, durante el fin de semana largo de mayo, todos los recintos del santuario permanecieron cerrados y sin recibir visitantes, abriéndose únicamente durante las horas del Tsutome Matutino y Vespertino.
El que no se permitiera hacer la reverencia dentro del santuario me hizo recordar los apuntes que el Primer Shimbashira dejara registrado entre 1882 y 1884, los cuales dicen:
En esos días, era frecuente la visita de los policías, llegando a venir tres veces durante el día y tres veces por la noche. Además, nos prohibían hospedar incluso a nuestros parientes. Cuando descubrían a alguien hospedado en una de sus rondas nocturnas, aunque fuese un pariente, era amonestado severamente. Si encontraban un visitante durante su ronda diurna, lo conducían inmediatamente a la delegación policial donde lo reprendían. A pesar de haber colocado un cartel en la entrada prohibiendo el ingreso de visitantes, los fieles venían a visitarnos y había algunos que rompían el cartel. No hubo ni un día sin la visita de fieles, y ni un día sin la intervención de policías. (La Vida de Oyasama, Capítulo IX «Los Sacrificios»)
En 1880, cuando tenía 15 años, el Primer Shimbashira se mudó de su casa natal a la residencia de los Nakayama. Entre 1882 y 1884 él tenía de 17 a 19 años.
El control por parte de las autoridades que continuaba desde antes se había vuelto más estricto y en febrero de 1882 Oyasama, Matsue y otros fieles fueron citados a la Delegación Policial de Nara donde fueron multados; en mayo fueron confiscadas las piedras del Kanrodai que se había construido hasta el segundo bloque; y en octubre Oyasama permaneció 20 días detenida en la Cárcel de Nara.
Sin embargo, si nos fijamos en la lista de hermandades de ese mismo año de 1882, podemos ver que se establecieron 5 hermandades en Yamato, 10 en Kawachi, 4 en Osaka y 2 en Sakai. Y si a esas les agregamos las que ya existían, estas se extendían a las regiones de Yamashiro, Iga, Ise, Settsu, Harima y Otsumi, y la distribución de los fieles era aún mayor, llegando a las regiones de Totomi, Tokio y Shikoku.
En la Residencia, a pesar de estar en medio de un control tan severo que el Primer Shimbashira se vio obligado a pegar un cartel que decía: «Prohibido reverenciar», la fe de las personas empezó a volverse más fervorosa, con lo que se dedicaron decididamente a la salvación.
Las hermandades que se establecieron por esta época fueron muchas, entre ellas estaban las hermandades Shinyu, Shinmei, Meishin, Shin’e, Tenchi, Shidokai, Eishin, entre otras. Esta es la imagen de la fe de nuestros precursores y de quienes nos antecedieron.
Asimismo, en 1896, años después de que Oyasama ocultara su ser físico, el ministro del interior de aquel entonces promulgó el Decreto No. 12 del Ministerio del Interior. Este era un anuncio para controlar las actividades de Tenrikyo acusándolo de obstruir a la medicina, recaudar donativos de manera forzosa y entremezclar hombres con mujeres.
Los periódicos de cada localidad, siguiendo la tendencia de la sociedad, publicaban abiertamente que Tenrikyo era un culto hereje y sospechoso, haciendo que se extendiera una mala reputación. Las actividades de las iglesias y las palabras y acciones de los misioneros estaban bajo una estricta vigilancia policial. Dicen que, durante las ceremonias, la policía venía a la iglesia y que incluso había detectives montando la guardia.
Aun en medio de esas circunstancias, se establecieron la Iglesia Kojimachi y los centros misioneros Aboshi, Awa, Nakane, Asakura, Tsugaru y Oka; y las oficinas misioneras Harumichi, Yagi y Akitsu ascendieron a la categoría de iglesias. Al año siguiente, en 1897, se estableció la Casa Misionera Habashita y, en 1898, Shimagahara subió a la categoría de iglesia y se establecieron los centros misioneros Tono y Konambu, así como la Casa Misionera Tohon.
Aquí también podemos ver cómo es que el entusiasmo de los precursores por dedicarse a la salvación no decayó. Esta es nuestra fe.
Ahora bien, ¿cómo eran los precursores de aquella época quienes se dedicaron decididamente a la salvación? ¿Acaso eran personas de rango u honorables, con estudios, con bienes, sin problemas en el hogar, es decir, personas que podría decirse que representaban lo que era la felicidad en dicha sociedad? Es probable que no. Seguramente eran personas atraídas a este Camino debido a que sufrían por enfermedades o problemas y que hicieron todo lo posible para salvar a otros.
Hay ocasiones en las que pensamos: «Y ahora, ¿qué ocurrirá?». Debido a la pandemia del coronavirus, a no poder regresar al Yiba y al vernos imposibilitados de celebrar las ceremonias mensuales de nuestras iglesias como lo habíamos venido haciendo hasta ahora, nos preguntamos: «Y ahora, ¿qué pasará?».
Estoy seguro de que los precursores también se preguntaban: «Y ahora, ¿qué pasará?». Sin embargo, creo que lo que pensaban al preguntarse «¿qué pasará?» era más bien: «Si administro el Sazuke, ¿qué salvación extraordinaria recibiré?», «qué providencia maravillosa aparecerá?».
Se nos enseña:
La preocupación, trae la Verdad de la preocupación. No necesitáis preocuparos. (Osashizu, 13 de julio de 1889)
Os preocupáis porque no comprendéis realmente la Verdad por la que es aceptado». (Osashizu, 19 de septiembre de 1889)
A pesar del sufrimiento por problemas y enfermedades, todos nuestros precursores dejaron de lado las preocupaciones individuales y familiares, dedicándose a la salvación. Cambiaron del «¿qué pasará?» de uno mismo al «¿a partir de ahora qué salvación podré realizar?» producto de la alegría y las ansias de salvar al prójimo.
El segundo punto de hoy es dedicarse a la salvación olvidando un poco las preocupaciones propias.
Hay un Osashizu, Indicación Divina, del 17 de agosto de 1888, cuando el Rvdo. Shirobe Umetani consultó acerca de regresar a su casa en Osaka:
Sah, sah, la sincera dedicación a la salvación es el camino de la naturaleza; en el camino de la naturaleza no debes ocuparte de tu familia ni de ti mismo. El camino de la naturaleza, si lo pasas a lo largo de tu larga vida, será la naturaleza. Para seguir el camino de la naturaleza, pasarás por dificultades, por lo que deberás tener esperanza en el futuro. El que ahora pases el camino de la suficiencia se convertirá en la complicación del futuro. Sah, sah, la Verdad de la naturaleza, haciendo que todos escuchen esta Verdad daré tranquilidad. Sah, sah, espera la Verdad de la naturaleza viviendo por mucho tiempo.
Aquí se mencionan tres asuntos. En primer lugar, que los asuntos personales y familiares no se adueñen de nuestro corazón. Segundo, aun estando en medio de diversas dificultades, no renunciar a la salvación.
Y, en tercer lugar, pasar por los obstáculos que conlleva la salvación. Esto se debe a que uno siente empatía. Uno puede sentir lo mismo.
Quisiera que nos dediquemos sin olvidar estos tres aspectos.
Sería ideal que, de aquí en adelante, puedan realizar la salvación esperando ansiosos qué tipo de salvación podrán realizar y qué ocurrirá a partir de ahora.
El corazón bondadoso invita a la alegría rebosante
A veces nosotros somos presa de las costumbres, tendencias y tradiciones de la sociedad.
¿No estaremos reprochando a los demás sacándoles en cara la imagen ideal que deberían tener la familia, los esposos y los padres e hijos?
Mientras más alto sea ese ideal, más se presionará a las personas. Se presiona más tanto a los demás como a uno mismo. El estilo de vida de este Camino, en realidad, ¿no era uno en el que se empatizaba con quienes sentían dolor y sufrían compartiendo sus problemas y dificultades?
Nosotros no debemos salvar hacia la forma o la imagen que debieran tener, sino hacia el corazón que deben llevar. Nuestra salvación debe ser una en la que transmitamos cómo debemos usar el corazón y qué debemos hacer para poder alcanzar esa manera de usar el corazón, para así poder seguir un estilo de vida tal como nos lo enseñara Oyasama.
En el verso quinto del Himno V del Mikagura-uta, Himnos Sagrados, tenemos:
A pesar de llevar mucho tiempo en la Fe,
vuestra vida estará plena de alegría.
La imagen de alegría rebosante es aquella que se proyecta al consolidar el corazón de Tanno, sincera satisfacción, tanto en los momentos alegres como en los difíciles y tristes.
En el siguiente verso, el sexto, dice:
Despojad de crueldad el corazón;
convertidlo en un corazón bondadoso.
En el Osashizu tenemos:
Todos llevad un corazón, llevad un corazón bondadoso, bondadoso. No hay mayor gozo que este. (Osashizu complementario, 3 de julio de 1900)
El corazón bondadoso nos conducirá hacia la alegría rebosante y es, al mismo tiempo, la base para la construcción del Yokigurashi, Vida Plena de Alegría y Felicidad.
A continuación, en el verso séptimo:
No os dejaré sufrir de modo alguno;
este es el lugar donde sólo me dedico a la salvación.
El «corazón bondadoso» es el corazón que tiene consideración hacia los demás. Y esto conduce al corazón que salva a otros. Es el fundamento para realizar la salvación.
El tercer punto de hoy es que el corazón bondadoso anima a los demás e invita a la vida plena de alegría.
No olvidar el corazón con el que se hizo la solicitud
Ahora bien, al final del Himno V dice:
Si estáis dispuestos a continuar firmes en la Fe,
¿por qué no formáis una hermandad?
Nuestras iglesias han recibido el permiso después de solicitarlo al Yiba, deseando dedicarse con esmero a la salvación al haber sido salvados por alguien que la llevó a cabo con total diligencia. Seguramente se hizo la solicitud con un corazón animado que deseaba convertirse en un «centro de salvación».
Oyasama le concedió el permiso de la Verdad del nombre de la iglesia a ese corazón animado. Y al conceder ese permiso al nombre de la iglesia y a la iglesia misma, Oyasama protege a cada una de ellas en todo momento con su amor materno.
Si vamos sucediendo ese corazón sincero de «deseo hacer la salvación» que se tenía al momento de hacer la solicitud, entonces la Verdad del nombre de la iglesia perdurará por todas las generaciones.
En el Osashizu dice:
La sinceridad es la Razón del Cielo. Si correspondéis únicamente a la Razón del Cielo, se abrirá el camino, dondequiera que estéis. Si no tenéis la verdadera sinceridad, hagáis lo que hagáis, adondequiera que vayáis, el camino sólo se estrechará. (Osashizu, julio de 1887)
Aunque pasen las épocas y cambien las personas, si podemos hacer que el corazón de sinceridad no se pierda, este perdurará por todas las generaciones; pero si se pierde, no podrá perdurar.
En este Camino, tanto asistir a las Sesiones del Besseki, recibir la Verdad del Sazuke como suceder la Verdad del nombre de la iglesia al volverse encargado, todo se concede por solicitud propia. Quisiera que no olviden el corazón con el que se hizo la solicitud y se suceda ese corazón a las generaciones futuras.
El día de hoy, el cuarto punto es no olvidar el corazón que teníamos al momento de hacer la solicitud.
Dedicarse decididamente a la salvación teniendo esperanzas en el futuro
Hoy celebramos la Ceremonia Mayor de Octubre del Año 183 de Tenrikyo.
El día original de la revelación divina, las primeras palabras de Dios Oyagami a través de la boca de Oyasama fueron: «Esta vez me he revelado con el deseo de salvar al mundo». El día de hoy es cuando nosotros debemos confirmar nuestra determinación espiritual para hacer realidad estas palabras.
En el Osashizu del 21 de octubre de 1900, dirigido al Rvdo. Tokujiro Fukaya, dice:
Si no hay gozo, ¿qué trabajos podréis realizar?, ¿habrá quien trabaje? Todos os reunís esperando gozar, y aunque por momentos no sepáis cómo obrar o no podáis hacerlo, el espíritu brotará.
Si no hay gozo, seguramente no habrá nadie que se esfuerce. Porque hay gozo es que todos se reúnen y consultan entre ellos. Es posible que las cosas no sucedan como uno espera, pero si hay gozo, el ánimo brotará en el corazón.
A continuación, dice:
Haciéndoos gozar en todos los asuntos, cualquier cosa se afianzará. (…) Porque hay gozo, trabajáis. Porque trabajáis, todo se constituye. Si todos trabajáis por obligación o por ser vuestra ocupación, no habrá Verdad que sea duradera.
En hacer gozar a otros, está el principio que permite afianzar cualquier cosa. Significa que no estará conforme a la voluntad de Dios Oyagami si se hace porque no hay otra opción.
Es un poco cruel pedirles a las personas de la próxima generación que pasen por este Camino sintiendo gozo cuando no han podido ver un ejemplo que les muestre cuán admirable es realizar la salvación. Espero que podamos hacer un trabajo con el que las personas que se harán cargo de la próxima generación puedan decir que el esfuerzo de quienes los antecedieron durante la época de la pandemia del coronavirus ha dado sus frutos.
La situación actual es dolorosa y difícil debido a la pandemia del coronavirus, pero es precisamente ahora el momento de intercambiar nuestra sabiduría, acumular experiencias adversas y, con el sentimiento de superar a nuestros precursores, impulsarnos hacia la salvación teniendo esperanzas en el futuro.
Muchas gracias por su atención.