Entrevista con el Director General de Asuntos Religiosos de Tenrikyo, Rvdo. Yoichiro Miyamori (5 de mayo del año 183 de Tenrikyo)

2020年9月18日

— ¿Podría explicarnos las medidas que la Sede de la Iglesia ha asumido en vista del presente gran nudo?

  Primeramente, quisiera expresar mi más sentido pésame por todas las personas del mundo que han partido para renacer debido a la pandemia del coronavirus. Al mismo tiempo, como seguidores de este Camino, quisiera que oremos juntos a Dios Oyagami y a Oyasama por la pronta recuperación de las personas que padecen de la enfermedad.

  Muchas personas están sufriendo los efectos de este problema, el cual se viene afrontando desde distintos frentes. Dentro de esta situación, en la Sede también estamos tomando medidas.

  Así, el 3 de marzo realizamos el Tsutome de Petición en el Santuario Principal de la Sede. Este se celebró con el hyoshigi y el kazutori con el deseo de que sirva como un modelo que las iglesias y casas misioneras, así como los hogares de compañeros de la fe, puedan seguir para orar a Dios.

  Como en la segunda mitad de marzo el número de contagios fue aumentando, y ante el temor de extender la propagación del virus al recibir a numerosas personas de todo el país en el Yiba, para la Ceremonia Mensual y la Ceremonia de Difuntos de Marzo se pidió a los compañeros del Camino que reverencien desde sus respectivas localidades, ingresando al Santuario Principal solo los encargados de iglesias afiliadas directamente a la Sede y de regionales. Para la Ceremonia por el Natalicio de Oyasama y la Ceremonia Mensual de Abril se tenía planeado tomar las mismas medidas, pero el «estado de emergencia» declarado regionalmente el 7 de abril se extendió a nivel nacional a partir del 16 del mismo, con lo que se pidió evitar los traslados entre prefecturas. Por ello, el Natalicio de Oyasama se celebró solo con la asistencia de los representantes que ya se encontraban de regreso en el Yiba antes del anuncio, y la Ceremonia Mensual de Abril, solo con los Oficiantes del Tsutome.

  Asimismo, se suspendió el ingreso al Curso Shuyoka que empezaba en mayo, así como la celebración de los respectivos cursos de ese mismo mes. Lamentablemente, también se determinó la cancelación del Festival del Regreso de los Niños al Yiba de verano. En adelante, la Sede de la Iglesia seguirá recibiendo la guía del Gobierno de Japón y las recomendaciones de especialistas de cada rama en cuanto a la reunión de personas.

  Estas decisiones se toman teniendo en cuenta la situación actual, pero les pedimos a quienes se encuentran en el Yiba llevando a cabo las labores del Hogar Paterno que se dediquen con seriedad, y a las iglesias, casas misioneras y fieles, que cumplan con su responsabilidad sin olvidar que son Yoboku.
Creo que la expansión de la pandemia ha dado lugar a una bipolaridad en la manera de aceptar las cosas. Por ejemplo, en cuanto al uso de las mascarillas. Las usamos para evitar que uno mismo se contagie o porque no se desea contagiar a otros. El acto es el mismo, pero su significado es muy distinto. No desear contagiar a otros es, en otras palabras, tener en cuenta a los demás; es tener consideración. Y creo que, si ese sentimiento se profundiza, brotará el corazón que desea salvar al prójimo. Por el contrario, si uno tiene miedo de contagiarse o si desea protegerse a sí mismo, entonces le preocupará el comportamiento que sigan los demás. Y esto conllevará a que se señale o censure lo que los demás hacen.

  Actualmente estamos imposibilitados de regresar al Yiba y reverenciar en el Santuario Principal. Sin embargo, quisiera que dejemos de lado el pensamiento de que no podemos ir al Santuario Principal y, por el contrario, nazca en nosotros el deseo de rezar desde nuestras respectivas localidades. Por lo tanto, creo que la principal clave de este gran nudo del coronavirus es la «amabilidad». Para mí, lo más importante ahora es cultivar un corazón amable y considerado con los demás.

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— ¿A qué reflexiones doctrinales podemos llegar con respecto a la actual pandemia?

  Dentro del Ofudesaki se mencionan algunas epidemias que se extendieron alrededor del mundo. Entre ellas tenemos la «viruela». Esta palabra aparece 7 veces entre los capítulos VI y XII, los cuales fueron escritos entre los años 1874 y 1877. Y solo en el capítulo VII, escrito en 1875, aparece 3 veces. Ese año tuvo lugar la Identificación del Yiba y se enseñó la letra y los movimientos de las manos del «Ichiretsu sumasu Kanrodai (El Kanrodai que purificará a todos sin excepción)», completándose con ello la instrucción del Tsutome.

  En el capítulo VII dice:

    ¿Qué pensáis vosotros de este Servicio?
    Viene de mi sincero deseo de salvaros en el parto y de la viruela.

    ¿Qué pensáis vosotros de esta salvación?
    Enseñaré el Servicio para libraros de la viruela.

    Este Servicio que muestra pronto este camino
    purificará todos los corazones del mundo.

    ¿Qué entendéis de estas palabras?
    Se refieren únicamente a los preparativos para la salvación.
                    (Ofudesaki, VII, 97 a 100)

  Así, indica que a través del Tsutome protegerá para no contraer viruela y, a la vez, señala que por medio del Tsutome «purificará los corazones». A partir de estos versos puedo sentir la benevolencia, es decir, la amabilidad de Dios Oyagami, la cual está presente en el fundamento del Tsutome.

  En el Yiba se celebra el Tsutome del Kanrodai. En las iglesias, casas misioneras y hogares se permite celebrar el Tsutome con el mismo sentimiento. Poner toda la amabilidad posible al realizar este Tsutome. Eso resultará en una petición por la salvación del mundo. Yo creo que esto es algo muy importante en lo que debemos poner mayor énfasis ahora.

  Seguidamente, si nos fijamos en los versos del capítulo X que fue escrito en 1876, tenemos:

    ¿De qué pensáis que se trata esta salvación?
    Es la garantía de libraros de la viruela.
                    (Ofudesaki, XII, 95)

  Y antes de este verso está escrito:

    En adelante, Tsukihi os pide a todos del mundo
    que cambiéis firmemente el corazón.
                    (Ofudesaki, XII, 91)

    De aquí en adelante, si todos vosotros del mundo entero
    os ayudáis mutuamente en todas las cosas,

    Sabed que Tsukihi, por su parte, aceptará ese corazón
    y realizará cualquier salvación.
                    (Ofudesaki, XII, 93 y 94)

  Hasta entonces, si se realizaba el Tsutome apoyados en Dios Oyagami, las personas serían protegidas. Pero a partir de ese momento, creo que se nos exhorta a que unamos nuestros corazones y convirtamos ese corazón en uno de ayuda y de consideración, es decir, en uno de amabilidad. Más aún:

    Si una verdadera determinación llega a vuestro corazón
    y no contrariáis lo que Dios dice,

    Entonces, Tsukihi aceptará firmemente este corazón
    y apresurará de inmediato vuestra salvación.

    No penséis de esta salvación que es algo trivial.
    Es el principal asunto en el Registro Divino de la tierra de mi primera propagación.
                    (Ofudesaki, XII, 99 a 101)

  Dios lo aceptará si no se contradice «lo que Dios dice», es decir, si todos hacemos el pedido uniendo los corazones y cambiándolos a uno amable y de ayuda mutua. La imagen de esa providencia será «el principal asunto en el Registro Divino de la tierra de mi primera propagación», y se nos pide que transmitamos ese punto. Si reflexionamos de ese modo, entonces, debemos darnos cuenta del amor paterno-materno que pide que, a través de este nudo de la pandemia, cambiemos el corazón por uno de amabilidad.

  En cuanto a la otra enfermedad infecciosa, el cólera, tenemos el siguiente verso:

    El mundo está diciendo que es el cólera,
    pero es Tsukihi que os avisa de su pesar.
                    (Ofudesaki, XIV, 22)

  Este es un verso que aparece en el capítulo XIV, el cual fue escrito en 1879, año en que se propagó extensamente el cólera en Japón. Si vemos el cambio de denominación de Dios Oyagami a través del Ofudesaki, en este capítulo cambia justamente su denominación de «Tsukihi (Luna-Sol)» a «Oya (Padre-Madre)». Y se nos enseña que en este verso el cólera da a conocer el pesar de Tsukihi.

  Al comienzo de este capítulo tenemos:

    El corazón de Tsukihi se apresura día tras día,
    pero los corazones de los de cerca están sólo desanimados.

    ¿Por qué estáis desanimados?
    Es porque los de lo alto no saben nada.

    Sin saberlo,
    el mundo entero los obedece en cualquier cosa y está desanimado.
                    (Ofudesaki, XIV, 2 a 4)

  Por lo tanto, el «pesar» de Dios se debe al corazón «desanimado». Y después del verso acerca del cólera, está indicado:

    Cualquier cosa que ocurra, no hay nada que temer,
    según sea vuestro corazón de sinceridad.
                    (Ofudesaki, XIV, 49)

  Con «no hay nada que temer, según sea vuestro corazón» creo que nos dice que no debemos preocuparnos, que todo estará bien solo con que animemos ese corazón desanimado. Además, está escrito:

    Cuando el pesar del verdadero Padre-Madre aparezca,
    nadie sabrá el modo de asentarlo.
 
    Pero si tenéis la verdadera sinceridad,
    os enseñaré toda y cualquier cosa.
                    (Ofudesaki, XIV, 79 y 80)

  Y continúa:

    Os pido encarecidamente que toméis este camino.
    El Padre-Madre os lo asegura, y no hay por qué preocuparse.

    No os preguntéis de qué se trata esto.
    Necesito pronto los instrumentos musicales para el Servicio.

    Hoy ya no tenéis que preocuparos de cualquier cosa que hagáis,
    porque el Padre-Madre se encarga de vosotros.
                    (Ofudesaki, XIV, 84 a 86)

  Aquí nos muestra el gran amor paterno-materno. Creo que este es un punto muy importante.

  El Segundo Shimbashira mencionó, acerca del cambio de denominación de «Tsukihi» a «Oya» del capítulo XIV, lo siguiente:

  «Lo que apresura con el sentimiento entre padre-madre e hijos es la sincera dedicación a la salvación. La sincera dedicación a la salvación es, en otras palabras, la concreción del Tsutome. Y como el tiempo ha llegado, deben actuar como el Oya les dice, sin temer por lo demás. Esa es la posición de quienes seguimos esta fe. El Oya se encargará del resto, por eso, realicen el Tsutome.

  Creo que es un momento en el que apresura la realización del Tsutome. Y ese apresuramiento no lo dice con autoridad como Dios o Tsukihi, más bien utiliza palabras de Oya, lo que implica que dice estas cosas con afecto. Esto es algo distintivo de este capítulo. Leamos este capítulo reflexionando sobre este punto. Disfrutemos de este punto.

  Es la confianza total hacia Oya, la manera en que procuramos su cariño. Se refiere a la manera de entrelazarse con Oya a partir de la actitud de los seres humanos».

  Quiere decir que en el capítulo XIV se nos enseña la manera de unir el sentimiento de los hijos que se aferran a los padres con la amabilidad de Oya, con el corazón de Dios Oyagami. Además, tomando como ejemplo una enfermedad infecciosa tan temida como el cólera, incita al cambio del corazón, garantizándonos que no es necesaria preocupación alguna.

  Para mí, la amabilidad de Oya es una que trasciende el simple cariño. Podemos sentir a través de versos como estos que si los seguidores del Camino nos aferramos a esa amabilidad de Oya y nos animamos, sin falta recibiremos la salvación.

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— ¿Qué debemos procurar los seguidores del Camino al recibir esa «amabilidad de Oya»?

  En el Osashizu, Indicaciones Divinas, aparece varias veces la expresión «amabilidad».

  «Para cultivar el corazón del prójimo, la amabilidad es la base del mundo». (Osashizu, 16 de mayo de 1900)

  Aquí se nos enseña que «si sienten que somos amables, eso se convertirá en la base para salvar al mundo». Y si vemos la Vida Modelo de Oyasama, podemos darnos cuenta que Ella siempre recibía a quienes visitaban el Yiba dirigiéndoles palabras amables: «¡Qué bien que has regresado!», «Muy agradecida por todo tu sacrificio». Con eso, las personas sentían: «Oyasama es sin duda una verdadera madre». No es que empezara por explicar una doctrina difícil o que tratara de orientarlos en algo, dirigía palabras amables mientras tomaba sus manos o los acariciaba. Esta amabilidad es la «base del mundo», la semilla para salvar al mundo. También se nos enseña:

  «Para salvar al prójimo es necesario el corazón sincero. Hablar con una palabra amable viene del corazón sincero». (Osashizu del año 1888)

  El corazón sincero se puede expresar con una palabra amable. Utilizar palabras amables en todo momento. O, en el sentido inverso, mientras vamos usando palabras amables, el corazón va cambiando a uno sincero. Por lo tanto, si usamos palabras amables intencionalmente, podremos ir cultivando un corazón sincero, el cual será aceptado por Dios.

  Ahora estamos en una situación en la que no podemos vernos con los demás. Pero, podemos transmitir palabras amables aprovechando el teléfono, el internet o las redes sociales. Creo que es importante este tipo de atención cuidadosa. Además, se nos enseña:

  «Entre los corazones de cada uno, así como hay corazones amables, también hay corazones que siembran el temor». (Osashizu, 13 de enero de 1892)

  Aunque estemos presenciando lo mismo o viviendo una misma experiencia, ¿tenemos un corazón amable? O, ¿utilizamos un corazón distinto a ese? Esto depende de cada uno. Y si lo vemos de ese modo, la situación que se nos está mostrando ahora puede ser una oportunidad para reflexionar en cuál dirección debemos esforzarnos. Asimismo, un gran nudo es también el momento de algún cambio, una oportunidad para que cambiemos algo.

  Si continuamos 2 o 3 meses más sin poder asistir a las ceremonias mensuales debido a este nudo, tal vez haya fieles que vean cortada su fe. Por eso, son muy importantes las palabras que podamos pronunciarles. Podemos decir amablemente: «Todo está bien. Estemos tranquilos. Superemos juntos este nudo y reencontrémonos pronto». O decir con severidad: «¿Qué está haciendo? Tiene que comportarse adecuadamente». Según esta manera en que nos desenvolvamos, habrá una gran diferencia en la imagen que obtengamos después del cese de este nudo. Dios aceptará sin falta el esfuerzo que hagamos por cambiar el propio corazón.

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— ¿Cómo podemos interpretar esta dificultad que afecta directamente a todas las personas del mundo?

  Todas las personas del mundo corremos el riesgo de contagiarnos. Nadie puede saber quién se contagiará y quién no. Es una situación en la que la posición de las personas no tiene nada que ver. Y creo que se nos está concediendo la oportunidad para que todas las personas del mundo nos demos cuenta de que todos los seres humanos somos hermanos y que el cuerpo es algo que Dios Oyagami nos presta a todos por igual.

  Cuando ocurre algo, las personas tendemos a echarle la culpa a alguien o a responsabilizar a otros. Los seguidores de este Camino debemos reflexionar de que todo lo que ocurre es una orientación de Dios Oyagami y tener un corazón grande con el que podamos darnos cuenta de que hay personas que actualmente están sufriendo. Creo que esta será una semilla de la providencia del cese de este gran nudo.

  Y si reflexionamos acerca de ese pequeño universo que es el hogar, hay muchos niños que no pueden ir a la escuela debido al autoaislamiento. Hasta ahora tal vez estábamos convencidos de que los niños se irían formando e instruyendo con tal de que los enviemos a la escuela. Y creo que en nuestro Camino es igual; puede que estuviéramos cayendo en un tipo de ilusión óptica que nos hacía creer que podríamos formar a los niños y jóvenes solo con que los hagamos participar en actividades de la Asociación Infante-Juvenil o de la Asociación de Estudiantes. Pero creo que se nos ha demostrado que esto no es así. Y creo que se nos exige la necesidad de cambiar esta forma de ver las cosas. Por supuesto, es importante que la mayor cantidad de personas participe en las actividades y que disfruten de ellas, así como es indispensable la formación escolar en general. Pero tal vez sea el amor paterno-materno que nos concede esta oportunidad para reflexionar también en el hogar sin conformarnos solo con eso.

  También es posible que hayamos sentido que, tanto en la relación de esposos como en la de padres e hijos, bastaba con que cada quien cumpliera con su propio papel, repartiéndose así las responsabilidades. Por eso, en esta oportunidad debemos cambiar esa forma de ver las cosas. Dentro de la familia, pensando en unos y otros, apoyémonos con amabilidad. Creo que ahora estamos empezando a darnos cuenta de ello. Por eso, aprovechando esta coyuntura, debemos identificar lo que hasta ahora estábamos pasando por alto y cambiar nuestra forma de ver las cosas por amabilidad.

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— Para terminar, ¿qué mensaje puede enviar a los miembros de nuestra comunidad?

  Creo que ahora tenemos la posibilidad de que, tanto en las iglesias como en los hogares, los padres transmitan a los hijos el motivo por el que realizamos el Tsutome y cómo es que se inició la fe en nuestras familias. Y si esto lo llevamos a cabo con continuidad, estaremos contribuyendo con la formación de los sucesores del Camino. Transmitir lo que se deba transmitir en un ambiente natural, dentro de la vida cotidiana, en lugar de hacerlo en un ambiente rígido.

  Y es igual con los fieles que pertenecen a la iglesia. El encargado llama por teléfono al fiel. Es suficiente con que preguntemos cómo se encuentra. No importa si no podemos llamar a todos los fieles. Solo con que nos esforcemos por transmitirles amabilidad, lo que falte será compensado por Dios. Por lo tanto, no debemos preocuparnos. En lugar de pensar: «Esto es lo único que puedo hacer», alegrémonos con sinceridad por lo que podamos hacer en estos momentos: «Puedo hacer esto o aquello». Esta es la forma de pensar de nuestra fe.

  Hasta ahora he hablado de la importancia de la amabilidad y de cambiar. Pero, dentro de la situación actual, es muy complicado poder hacer un cambio físico, material. Pero podemos cambiar la parte interior. Y para cambiar el interior debemos realizar el Tsutome. Aunque no tengan un altar de Dios en sus hogares, podemos celebrar el Tsutome en familia sentándonos en dirección hacia el Yiba. Si no podemos hacer la divulgación de la fe ni el Hinokishin juntos, no importa. Aún en esta situación, si deseamos hacer algo, podemos leer libros acerca de la doctrina. Tal vez encontremos algo nuevo, algo que nos ayude a animar nuestro corazón. Y como el corazón animado está conforme con la voluntad de Dios Oyagami, este nos conducirá hacia la madurez espiritual.

  Aunque nos encontremos en medio de este gran nudo, no hay nada por qué preocuparnos. Solo debemos formar nuestro corazón de amabilidad haciendo lo que esté en nuestras posibilidades, cultivar un corazón animado y apoyarnos firmemente en Dios.

(Tomado de la revista «Michi no Tomo» de junio de 2020, publicada por la Editorial Doyusha)